24 diciembre 2006

Significado y amistad

La amistad es uno de los temas filosóficos por antonomasia. Platón describió la amistad de una forma sumamente curiosa que no puede dejar de ser explicada en este texto. Para este autor, la amistad aparece como una consecuencia necesaria del conocimiento de lo “realmente real”, es decir, cuando una persona alcanza la sabiduría- para él la Idea de Bien- debe enseñarla a los demás, porque sino, no la ha conocido realmente. De hecho, la teoría platónica, al igual que la moral imperante en aquella época, exigía beneficiar a los amigos y atacar a los enemigos.[1]

Aristóteles, por su parte, desarrolló un concepto de amistad extenso y coherente con su entero cuerpo filosófico.[2] Para el estagirita la amistad “es una virtud o va acompañada de virtud y además es lo más necesario para la vida”[3]. Pues bien, dejando de lado los tres tipos de amistad que recoge Aristóteles[4], se puede decir que en la actualidad el verdadero sentido de la amistad se ha perdido. De hecho, una de las bases de la amistad se basa en la comunión de intereses, si es amistad perfecta, que es la que consideramos como paradigma de la verdadera amistad, y esto ya no se tiene en cuenta. Las relaciones de amistad, al igual que la entera realidad, han quedado degradadas a simples relaciones de interés o utilidad.

De hecho, esto es tan cierto, que el propio MacIntyre hablando de la dependencia que los seres humanos tenemos los unos de los otros[5], y no solo por alguna discapacidad física o psicológica, afirma, en última instancia, que la amistad, como virtud, es uno de los cauces necesarios para entender los sentimientos del otro[6]. Por esto, puede afirmar que “al hacerse efectivamente responsable uno aprende no sólo a hablar al otro, sino a hablar por el otro. En ese momento, dos individuos llegan a ser amigos en el sentido preciso de la palabra, (por el contrario)-continua- uno sigue siendo prisionero de sus prejuicios compartidos en la medida en que permanezca atrapado en relaciones y compromisos de reciprocidad”[7]. Así, este tipo de relaciones no pueden ser catalogadas como “amistosas” por su esencial utilitarismo.

Es más, a mi entender se hace necesario recuperar el imperativo categórico kantiano[8] y aplicarlo al orden de la amistad para que el ser humano sea tratado como fin en sí mismo y no como puro medio. En una sociedad en la que la persona es tratada de esta forma, es decir, con auténtica benevolencia[9], se puede afirmar con R. Spaemann que “la amistad es un regalo libre y una libre elección. […] Amigos verdaderos se pueden tener sólo en un número tan reducido que la entrega a ellos no se convierta en asunto de consideraciones en torna a la justicia[10]. Esta idea ya fue recogida antes por Aristóteles cuando afirmaba que “es natural, sin embargo, que tales amistades sean raras, porque los hombres así son pocos. Además, requieren tiempo y trato”[11].

De hecho, en una sociedad en la que prima el individualismo, la amistad queda reducida a un mero hecho, ya no necesario por la propia naturaleza del hombre que, tal como Aristóteles lo describió, es un “animal social por naturaleza”, sin un significado bien determinado y establecido, sino como una noción, que al perder su significación, ha quedado reducida a relaciones interesadas y utilitarias en las que el ser humano se ve reducido a lo qué tiene y no a lo qué es.

Nunca ha quedado mejor explicado este problema del “entre” que de la siguiente manera: “La forma como las personas tratan a las personas resulta del modo como las personas se dan unas a otras”[12]. Por lo tanto, el problema que se ha radicalizado en la sociedad contemporánea es la pérdida del verdadero significado que implica una “amistad perfecta”. “Pero la amistad perfecta es la de los hombres buenos e iguales en virtud; porque éstos quieren el bien el uno del otro en cuanto son buenos, y son buenos en sí mismos; y los que quieren el bien de sus amigos por causa de éstos, son los mejores amigos, puesto que es por su propia índole que tienen esos sentimientos y no por accidente; de modo que su amistad permanece mientras son buenos, y la virtud es una cosa permanente”[13].

Para finalizar, soy incapaz de sustraerme a la tentación de mostrar una de las formas más bellas, y en una de las lenguas más líricas y rítmicas, en las que la amistad ha quedado reflejada[14]:

Ondas do mar de Vigo,

¿Se vistes meu amigo?

¿E-ai Deus- se verrá cedo?

ondas do mar levado,

¿Se vistes meu amado?

¿E-ai Deus- se verrá cedo?

¿Se vistes meu amigo

o por que eu sospiro?

¿E-ai Deus- se verrá cedo?

¿Se vistes meu amado

que me ten en coidado?

¿E-ai Deus- se verrá cedo?[15]



[1] Platón en La República trata de criticar la noción griega de la amistad como beneficio del amigo y ataque al enemigo que defiende Céfalo utilizando las palabras de Simónides, pero al final acaba admitiendo que es así, pero no por las razones que expone su oponente, sino porque el tema principal al que se refería la discusión era el de la justicia.

[2] Aristóteles, Ética a Nicómaco Libro VIII Clásicos Políticos, Madrid 2002

[3] Ibid., 1155a

[4] Amistad por interés, amistad por utilidad y amistad perfecta. Ibid 1156a-1157a

[5] Alasdair MacIntyre, Animales racionales y dependientes, Paidos Básica, Barcelona 2001

[6] ¿Qué clase de amistad es necesaria? […] El ser humano aprende a examinarse a sí mismo cuando es examinado por los demás y aprende a entenderse a sí mismo cuando tratan de entenderlo los demás. Ibid 173-174

[7] Ibid 176 y 181

[8] Kant, Crítica de la razón práctica

[9] Para este autor el acto mayor de la benevolencia es el de la amistad aunque, evidentemente no reduce la benevolencia únicamente a la realidad conformada por la amistad.

[10] Robert Spaemann, Felicidad y Benevolencia p. 169 Ediciones Rialp Madrid 1991

[11] Op cit. 1156b – 1157a

[12] Robert Spaemann, Personas p.177 Ediciones Eunsa Pamplona 2000

[13] Op Cit. Ética a Nicómaco 1156b

[14] Martin Codax Ondas do mar de Vigo Pergamino de Vingel (Pierpont Morgan Library, New York, Vindel MS M979)

[15] Ondas del mar de Vigo, /¿habéis visto a mi amigo? / Ay, Dios! ¿vendrá pronto? / Ondas del mar alzado, / ¿habéis visto a mi amado? / ¡Ay, Dios! ¿vendrá pronto? / ¿Habéis visto a mi amigo, / aquel por quien yo suspiro? / ¡Ay, Dios! ¿vendrá pronto? / ¿Habéis visto a mi amado, / por quien siento gran cuidado? / ¡Ay, Dios! ¿vendrá pronto?